Noticia del periódico El Norte de Castilla
Uno de los gatos de la colonia de la vía en el barrio de San Andrés-Caño Argales / LEYRE LANDÁZURI

En las vías vive una colonia de felinos no gestionada y una asociación de defensa de estos animales advierte de la necesidad de controlarlos.

Es posible que más de un curioso se haya detenido a observar lo que se esconde al otro lado de la valla de la Estación del Norte de Valladolid. Algunos escombros, maquinaria, material de construcción y gatos, cerca de quince, deambulan entre el solar y el aparcamiento.

A través de los pequeños orificios de la lona que cubre parte de la valla se distinguen gatos que devuelven, entre bostezos, miradas indiferentes o curiosas. Dos de ellos parecen estar enzarzados en una disputa territorial; ambos se miran, manteniendo las distancias y sin hacer ningún movimiento. Una actitud similar a la que manifestaba hasta hace poco más de un año, el barrio de San Andrés-Caño Argales, cuyos vecinos sabían de la existencia de unos cuantos gatos que vagaban por las inmediaciones de las vías, pero a los que no sabían cómo gestionar. Un barrio dividido entre aquellos que veían con buenos ojos la presencia de estos felinos y los que por el contrario, los consideraban una molestia.

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«No es lo mismo una colonia alimentada que una gestionada. Los gatos necesitan un alimento que no manche, de calidad, para que estén sanos. Además, necesitan tratamiento veterinario y esterilización para que no proliferen. Si a eso le sumas la integración en el barrio, tienes una gestión ética y controlada de los gatos».

Más de una vez los miembros de la asociación han sido considerados como «los locos de los gatos», un sobrenombre con el que no parecen estar muy de acuerdo.

«No nos gusta esa expresión por lo que implica, por la falta de responsabilidad y de conocimiento que conlleva. Un loco de los gatos es alguien que no sabe cuidarlos, que tiene sobras de comida en casa y cree que dándoselas les hace un favor. No solo no es así, sino que perjudica al barrio, es incómodo para los vecinos por el olor que desprende la comida descompuesta y esparcida por el suelo. Eso atrae plagas de insectos, ratas y se puede llegar a convertir en un problema. Así que para hacer las cosas bien, muy loco no puedes estar». Y es que no es raro ver palitos de cangrejo, raspas de pescado y bolsas de plástico con restos de comida en los alrededores de la estación.

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